
Un poco de realidad disfrazada de ficción.
Mis últimas entradas
- Larga Distancia
Hola, ¿me escuchas?, ¿Cómo estás? Ha pasado tiempo ya. ¿Que qué estoy haciendo? Nada. Jajaja, ya sé que debería ponerme a hacer algo.
No sé qué pasa, pero me parece que la señal no es muy buena y me cuesta trabajo escucharte, pero sé que me escuchas del otro lado de la línea. Espero no aburrirte y esta llamada no dura mucho, pero me gustaría contarte como me va.
No sé por dónde comenzar, ¿sabes? Las cosas han estado bien últimamente, aunque no siempre ha sido fácil. Hay días que me gustaría llamarte por algo simple y que en vez de tener una llamada de 2 minutos, hablemos por hora y media en el teléfono y termines con un “pues así es esto, sobrino”. He logrado un montón de cosas, e incluso la relación con mi papá ha mejorado. Creo que eso te daría gusto, porque es algo que siempre quisiste que pasara. “No te has dado cuenta de que tu papá y tú son muy parecidos.” me llegaste a decir más de una vez y con el tiempo entendí a qué te referías. Afortunadamente la cosa va bien. También comencé a ir a terapia y eso me ha ayudado mucho, sé que tal vez pueda sonar como algo innecesario para ti, pero estoy mucho mejor de lo que he estado en mucho tiempo.
Tus hijos están bien y disculpa si no los he procurado tanto como me gustaría. A veces la vida se vuelve tan complicada que el tiempo se va tan rápido y sin darme cuenta, han pasado meses y meses desde la última vez que los vi. Perdona si no los procuro tanto como debo, pero a veces tantas cosas en mi vida me sofocan y solo quiero un poco de silencio. A veces, solo quisiera poder estar en tu carro una vez más y platicar durante todo el viaje sabiendo que al final todo va estar bien. Escuchándote hablar desde tu experiencia y tu vida que a veces se me hacía tan paralela a la mía.
Espero aun puedas esccuharme y me quedan unos pocos minutos en la linea contigo y solo quiero decirte que te extraño como no tienes idea y trato de recordar todo lo que me enseñaste. Sé que estarías orgulloso de quien soy hoy y de todo lo que he logrado y lograré más adelante.
Te quiero. Te extraño. Me gustaría decir que espero vernos pronto, pero creo que aún me queda un rato por acá. Ya será mas adelante, pero mientras sigue siendo la increible persona que siempre fuiste para que me cuentes todo lo que has hecho y tengamos un millon de historias que contarnos.
Cuídate, te mando un beso y un abrazo.
Hasta la próxima llamada.
- Pardillo
Pardillo
adj. sust. despect. Dicho de una persona: Inexperto, incauto, que se le engaña o sorprende con facilidad.Algún lugar del Estado de México Hace unos días, descubrí esta palabra en las paginas de un libro. Se la mostré a Julián, porque me gusto el tono que tenía y sin darme cuenta, se había convertido en mi sobrenombre.
“Sos un pardillo, Charly” me dijo Julián, revolviéndome el cabello “Un pardillo de media tinta.” Me sonrió, solo como los insolentes saben hacerlo, se dio media vuelta y salió por la puerta.
Me quedé sentado en el sofá, con el libro entre los dedos, pensando en lo que Julián había dicho. Él no lo hacía con intención de lastimarme, pero de una u otra forma tenía razón. A pesar de todo lo que he vivido, aún podría ser un pardillo.
Sonreí para mí y avance a la ventana. Era un día soleado y el árbol en el jardín permanecía estático. Me quedé disfrutando el silencio hasta que escuché la cafetera al otro lado del pasillo. Julián era un fanático del café y en un buen día podía tomarse hasta 5 tazas. “Tanto café te va a matar” le dije una tarde, mientras se servía la cuarta taza. Sólo me sonrió, insolente como siempre, y musitó justo antes de darle un sorbo: “sin miedo a la muerte, ¿cierto?”
La frase había salido de una anécdota que nos contó un profesor de poesía dentro de la facultad. El profesor, un marginado como todos los que estábamos ahí, nos hablaba de Neruda, Shakespeare y Rimbaud. Nunca fuí un adepto al verso, pero la forma en que sus historias conectaban con los poemas, al menos me ayudaban a no distraerme como usualmente lo hago.
En una de esas ocasiones, nos contó que cuando era niño, su madre solía llevarlo a clases de natación. Ahi fue cuando conoció al profesor Márquez, un instructor que creía que la mejor forma de aprender a nadar era haciéndolo por necesidad. Márquez, de acuerdo a lo que dijo nuestro profesor, solía gritar “¡Sin miedo a la muerte!” justo antes de lanzarlos a la alberca. Con algo de suerte, los niños aprendían a flotar después de un par de intentos y de superar su miedo a ahogarse.
Si bien el fin de la cómica historia era mantenernos enfocados en los mensajes ocultos de algún poema, a mi la frase se me grabo en el fondo de la cabeza. Aquellas palabras se convertiría en un mantra para cometer un sin fin de locuras y estupideces solo con el fin de probar y no quedarme con la duda . Muchas anecdotas personales comenzaban con ese susurro que me invitaba aventarme al vacío de la incertidumbre, esperando lo mejor y deseando que todo saliera bien. Si bien tal vez no había sido la mejor forma, había aprendido bastante y las risas y las lágrimas nunca faltaron.
Me parecía increíble que a pesar de tantas experiencias vividas, aún pudiera ser un incauto, un inexperto. Tantas zarandeadas de la vida y aun así a mis 30, podía recibir una cantidad de golpes sin saber de donde venían. La vida siempre esta llena de sorpresas, pensé, recargándome sobre la ventana.
Las ramas del árbol se mecieron suavemente pero eso fue suficiente como para que el viento me besara el cabello, el rostro y el corazón. Al final, no importaba que tantos golpes pudieran llegar de la vida; a veces, lo único que uno necesita es ese susurro, esa suave sacudida, que nos haga movernos un poco. Movernos lo suficiente para decir, ¡vale! sigo adelante, a pesar de los golpes, a pesar de las malas pasadas. Uno, después de tantos años, todavía se puede dar la oportunidad de ser un pardillo y sonreír por serlo, porque parte de la vida es eso, no saber y dejarse llevar para poder aprender.
En ese momento, Julián entro por la puerta con una taza de café en cada mano. “Y bien, pardillo, ¿estás listo para lo que sigue?” Me extendió una taza y se colocó junto a mi a contemplar el atardecer. “Claro” le dije, sorbiendo lentamente el oro negro entre mis manos. “Sin miedo a la muerte, ¿cierto?” le respondí sonriendo, sólo como los insolentes sabemos hacerlo y Julián me respondió de igual forma. Nos quedamos ahí, contemplando el final de un día, sabiendo que otras oportunidades vendrían. Oportunidades para triunfar. Oportunidades para intentar cosas nuevas. Oportunidades para ser un pardillo una vez más y lanzarse al vacío gritando “sin miedo a la muerte.”
- Nuevos Comienzos
Valkan Smith – Diciembre 30,2021 Julián me ve sentado desde la silla de enfrente y me mira con esa sonrisa complice que solo él y yo entendemos. “¿Listo, Charly?” me pregunta y le sonrío como quien sabe que ha estado posponiendo algo que debió haber hecho hace mucho.
Comenzar a escribir, a “bloguear” después de tantos años parece algo intimo, interesante y aterrador. Me recuerda y me sabe a tener 13 o 14 años otra vez y contarle al mundo y al silencio lo que me pasa. Tal vez como parte de la terapia o tal vez por el simple hecho de retomar viejos vicios que se me deslizan entre los dedos y la memoria. Escribir ante un público invisible y desnudar mi alma me resulta provocador y exitante y al mismo tiempo me ayuda a soltar todos esos miedos que con el tiempo fui creando en mi mente y mi corazón.
Julián está y no está, es y no es. Él es aquel complice que esta conmigo desde hace unos meses. Es alguien a quién amo y que sin su consejo no estaria donde estoy hoy. Julían es mi amigo, es mi conciencia y creo que es importante mencionarlo porque estará apareciendo de vez en cuando por aquí. Me lanza una mirada desde el otro lado de la mesa, sabiendo que hablo de él y lo unico que hago es sonreirle. Se levanta y me besa la frente antes de salir del salón. “Sigue, sigue” me dice Julián sin voltear a verme “voy por un cigarro para no distraerte” .
Poco a poco ire llenando este espacio de anecdotas, de historias, de fotografias y de recuerdos. Y tal vez, solo tal vez, pueda retomar ese viejo habito de escribir hasta las 3 de la mañana.
Mi nombre es Charly. Mi nombre es Valkan. Tengo 30 y aún estoy aprendiendo de la vida y la sigo regando a cada paso. De igual forma hago lo mejor que puedo de la mejor forma que puedo. Hablo inglés y español y aunque una parte de mi hubiera preferido escribir en inglés, siento que soy más honesto conmigo y con lo que siento si lo hago de esta forma. Esta es mi historia, mi vida y seria un placer poder compartirla con el resto de ustedes.